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Carta al pequeño futbolista que está en la banca

  • Foto del escritor: El juego de la pelota
    El juego de la pelota
  • 2 oct 2019
  • 3 Min. de lectura

Ey, tú… sí… tú…


Tú pequeño futbolista que estás calentando el banquillo de suplentes en tu equipo.


Tú que sientes culpa por desear que no les vaya “tan bien” a tus compañeros de equipo para que tengas tu oportunidad. Bien sabes que si les va muy bien y juegan en la posición que tú juegas, difícilmente volteará a verte el entrenador.


Seguramente piensas que no vale la pena estar sentado, que para eso no vas a entrenar diario, que los entrenamientos son divertidos pero estar sentado mientras tus compañeros juegan, ya no es nada divertido.


Escuchas al entrenador corrigiendo a tus compañeros y sientes que lo harías mejor, que si quizá pusiera más fe en ti, las cosas cambiarían.


¡Va ganando tu equipo!, el caso se ha puesto más difícil. El equipo que planeó el entrenador sigue funcionando. Mejor sigues dándole vuelta a las cosas; el entrenador te pide que veas lo que se está haciendo bien y mal, sin embargo, tú solo piensas en jugar, en dar lo mejor de ti y demostrar que puedes ganarte esa posibilidad.


Tus papás miran el juego. Sabes de antemano que sufren al no verte jugar y que el equipo se acerca más a conseguir otro gol que a necesitar que ingreses al campo. Quizá, si meten más goles, el entrenador le de descanso a algunos titulares y ahí quepas… sí… quizá pueda suceder eso. No todo está perdido.


Ya comenzó el segundo tiempo, el marcador no se mueve. Llegó el momento de darle descanso a algunos compañeros, ¿no entrenador?


Van dos cambios, solo para descansar a tus compañeros. El entrenador no te ingresará al campo, ¿cómo lo va a hacer si van ganando 1-0 y los compañeros que juegan tu posición parecen que nunca se van a cansar y juegan por nota? Comienzas a resignarte.


Piensas que quizá debes dedicarte a otra cosa, que debes renunciar. Ya van varios partidos y la cosa al parecer no cambiará. Quizá en otro equipo, de nivel inferior, puedas tener esa oportunidad. Igual piensas en el karate, ese deporte siempre te ha llamado la atención y pues es deporte, ¿no?


Igual ganarle a los titulares no será fácil. Ellos tienen la confianza del entrenador y juegan bien. Que pase lo que tenga que pasar. Es tu sitio quizá y siempre habrá cosas mejores qué hacer.


Faltan 5 minutos y lo que agregue el árbitro. Ya estás resignado, descansas, incluso estás leyendo esto y lo haces más tranquilo, relajado y esperando solo a que termine el suplicio de ese banquillo tan incómodo.


¡Ey!, te llama el entrenador. ¡Sí… aunque no lo creas… te llama el entrenador!


La adrenalina sube a tu cuerpo, piensas en todo lo que estaba en tu mente durante todo el partido. Comienzas a calentar y tu cabeza da mil vueltas.


¿Renunciar? ¿Fracasar? ¿Seguir? ¿Continuar jugando? ¿Volver a tener confianza? ¿Tener miedo de ingresar y hacerlo mal? ¿Conformarse con estos 5 minutos? Uff… ¡Imagínate si metes un gol! ¿Se lo dedicarás al entrenador? ¿A tu familia que está hecha un manojo de nervios por tu ingreso?


¡Calla! ¡Deja de pensar! El entrenador te dice que pidas tu cambio. Respira hondo y cuando estés en la orilla solo piensa:


La vida es como este juego que tanto te apasiona, necesitas tener disciplina, coraje, perseverancia y carácter para ser una persona exitosa. ¿Quieres ser exitoso? Jamás pienses en que no lo puedes hacer, piensa en tantas personas que llegan a la cima del mundo, que consiguen el éxito comenzando en ceros, piensa en tu familia, piensa en que quieren verte triunfar. Piensa en que comenzaste a jugar futbol simplemente porque te gusta, porque amas este deporte, porque cuando tocas la pelota, todos tus problemas se van, solamente piensas en meter esa pelota y escuchar el suave choque del balón con la red. La suerte a veces juega, sin embargo, para ser titular en este maravilloso juego de la vida se requiere esfuerzo, trabajo y jamás, jamás renunciar.


Estos son los minutos de tu vida. Juégalos al límite de tu cuerpo. Demuéstrate solo a ti que puedes, a nadie más. Demuéstrate de qué estás hecho y trabaja, esfuérzate y disciplínate.


Te deseo todo el éxito del mundo entero.





 
 
 

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