La vida privada de los futbolistas
- El juego de la pelota
- 27 feb 2020
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Dos eventos han estado bajo la lupa de los medios de comunicación. La fotografía del “Chicote” Calderón donde una noche antes de su entrenamiento aparece cantando con una Banda en una Feria del Estado de Jalisco (después de la derrota ante Cruz Azul) y la de Uriel Antuna (casado con Penélope García) que fue exhibido con la actriz Paola Villalobos acariciándole el cabello en una fiesta.
Ambos futbolistas comparten vestidor en uno de los equipos más mediáticos de México: Chivas de Guadalajara.
De primera intención, quizá estemos la mayoría de personas de acuerdo en que lo que hayan hecho o dejado de hacer estos futbolistas, ronda en su ámbito privado y como tal, no es posible juzgarlos sino solo dentro de su actuación de su profesión, que es la de futbolistas profesionales, pero… ¿qué tan acertada es esta afirmación?
Quizá debemos de tener claro hasta dónde un futbolista puede exigir respeto a su vida privada y cuáles son los límites de su vida pública.
Y con esto, el debate sería interminable…
Estoy seguro que ni al Chicote ni a Uriel los buscaban los fotógrafos cuando eran niños, ni los periodistas hurgaban en sus historias de vida para sacar la nota. No, ni los conocían. En el caso de ambos futbolistas, despegaron sus carreras a nivel mediático en el momento en que pisaron el club Chivas. A ambos se les olvidó que esa situación no solo les llevaría dinero a sus bolsillos, sino que también les llevaría fama, atención mediática, presión de los aficionados que quieren ver a su equipo ganar y a sus jugadores comprometidos con la causa. Hay quienes dicen que esto se genera a partir del contexto de Chivas, quizá lo sea, sin embargo, si estos futbolistas olvidaron lo que significa estar en el foco de atención, alguien debe aconsejarlos mejor.
La verdad es que un futbolista con fama, poco puede cubrir su vida privada. Por eso, Ricardo Peláez, director deportivo de Chivas, señaló que ese club busca futbolistas profesionales 24/7, es decir, que sean profesionales las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Por ello, ya sancionaron a ambos jugadores.
El futbolista debe comprender que conseguir el éxito no solo implica ganar juegos o campeonatos. El futbolista quiere ganar dinero con el ejercicio de su profesión, y entre más gane, por supuesto que querrá más.
Los ingresos de los clubes no solo provienen de ganar títulos, su fuerte, entre muchas cosas más, son la promoción de su marca, patrocinios, derechos de televisión, explotación comercial de jugadores y del club, entradas a los estadios, etcétera. Es decir, son un producto de consumo global.
Esos clubes son los que pagan a los jugadores esas enormes sumas de dinero, por tanto, los jugadores necesariamente se colocan bajo la lupa pública al tener éxito en su deporte. Si lo quieren ver así, es un mal necesario.
Ningún periodista dejará de hurgar en la vida de los futbolistas famosos. Ninguno. Es lo que vende, y aquél que no lo comprenda, seguirá cometiendo los errores de Uriel y Calderón.
Ambos futbolistas, créanme, tendrán su concentración en resolver otras cosas. Lamentablemente es así.
Por esa razón, no está tan descabellada la ruta que quiere para sus futbolistas Ricardo Peláez. No se trata de tener santos al interior del club, tampoco un vestidor lleno de jóvenes bien portados. Se trata de no perder dinero, se pierde dinero perdiendo partidos, alejando a la gente de los estadios, estando en los medios de comunicación con escándalos de este tipo y sobretodo, alejando la concentración de los futbolistas del campo de juego.
¿Quieren respeto a su vida privada? Creo que ellos mismos tienen la solución.

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